En pocas semanas, Sydni Gajewski, de Pottstown, PA, se graduará en la universidad. Y, aunque graduarse en la universidad es un logro asombroso para cualquier persona, para Sydni, este logro es aún más dulce dados los retos a los que se enfrenta diariamente desde que le diagnosticaron y extirparon un tumor cerebral a los 6 años. Sydni se enfrenta a efectos a largo plazo, como problemas de memoria a corto plazo, susceptibilidad a enfermedades típicas que requieren más tiempo de recuperación y dificultad para gestionar las emociones.
Pero Sydni no se deja frenar por ninguna de esas cosas: unos momentos con ella y es evidente que es una chica que se enfrenta a los retos con entereza.
En 2001, lo que se pensó que era un ojo vago resultó ser un tumor cerebral craneofaringioma detectado durante un examen visual escolar rutinario. Los craneofaringiomas son tumores sólidos y quísticos poco frecuentes que crecen lentamente en la región hipofisaria/hipotalámica y tienden a ejercer presión sobre el nervio óptico. Las anomalías visuales suelen ser uno de los primeros síntomas. La tasa de supervivencia de este tumor es alta, pero las comorbilidades a largo plazo pueden contribuir negativamente a la calidad de vida del paciente a largo plazo.
Sydni dice que uno de los mayores problemas que recuerda tras la extirpación del tumor fueron las dificultades para adaptarse a la escuela y controlar sus emociones. Dice que lloraba mucho. En el instituto, sufrió acoso escolar por su peso. El aumento de peso es un efecto secundario común de la extirpación de tumores debido a la alteración del sistema endocrino.
"Me propuse hacerlo lo mejor posible", dice Sydni. "Esa actitud me ha llevado hasta donde estoy hoy. Retarme a mí misma me ha ayudado a crecer en muchos aspectos".
Han pasado 17 años desde el diagnóstico y el tratamiento y, en mayo, Sydni celebrará su graduación en la Universidad Alvernia con una licenciatura en ciencias de la salud con especialización en arte. Va a cursar un máster en liderazgo organizativo y tiene previsto trabajar con personas sin hogar y desfavorecidas. Su deseo de ayudar a los demás puede haber sido inspirado por quienes la han ayudado a ella. Atribuye su éxito y su capacidad de superación a las personas de su red de apoyo: profesores, amigos, terapeutas, su novio y su gato terapéutico, pero sobre todo, a mamá.
"Mi madre es mi roca", afirma.
Cuando se le pregunta qué les diría a otros supervivientes que se enfrentan a retos similares, responde:
"Esta era tu baraja de cartas antes de que nacieras. Todo va a salir como tiene que salir, está en manos de Dios. Doy gracias a Dios cada día que puedo hacer lo que hago".
