Por Victoria Lee, artista y cuidadora
Cuando a un hijo le diagnostican un cáncer, sobre todo a la tierna edad de dos años, el mundo cambia de una forma indescriptible. Mi hijo Ben es el corazón de nuestra familia. Con una sonrisa que ilumina cualquier habitación y un espíritu que irradia alegría, se ha convertido en un verdadero símbolo de resistencia. A los trece años, Ben ya había sufrido tres operaciones cerebrales, dos tumores y un aneurisma. A pesar de todo, seguía siendo el alma de todas las reuniones: su risa resonaba más fuerte que el dolor.
Después de cinco años y medio sin cáncer, nuestros corazones se hundieron en agosto de 2020 cuando nos enteramos de que el cáncer de Ben había regresado. Habían aparecido dos nódulos cerca del tumor original de 2014. Fue un golpe devastador, uno que habíamos rezado para que nunca llegara. Pero empezamos de nuevo, caminando hacia la tormenta con la esperanza en una mano y el miedo en la otra.
Hoy llevamos cuatro años y medio sin cáncer, pero la ansiedad nunca desaparece del todo. Esa pregunta persistente...¿Regresará?-nunca deja de resonar en la mente de un padre. Y, sin embargo, seguimos adelante. Vivimos. Amamos. Crecemos.
Para mí, el arte no es sólo un pasatiempo, es mi salvavidas. Es mi terapia, mi santuario y mi forma de procesar lo inimaginable. Esta pintura acrílica fue creada durante una clase de pintura y soda que imparto los viernes por la noche. No me propuse pintar nada profundo. Sólo quería algo sencillo, algo accesible para los principiantes. Pero a medida que el lienzo cobraba vida, también lo hacía una historia que no sabía que necesitaba contar.
En el cuadro, yo estoy en el centro, mi hija adulta a la derecha y Ben, nuestro guerrero, a la izquierda. Esta obra de arte refleja no sólo nuestro vínculo, sino nuestra fuerza compartida como cuidadores y supervivientes. Es una representación visual de cómo nos sostenemos mutuamente en los momentos más oscuros y encontramos la luz incluso en las victorias más pequeñas.
"Lo que no nos mata nos hace más fuertes", decía Nietzsche. Eso se ha convertido en nuestra verdad.
Agradezco la oportunidad de compartir esta obra a través de El arte de sobreviviry para honrar el viaje de mi familia. A todos los cuidadores, supervivientes y luchadores: encuentren su salida. Crea, escribe, corre, canta... lo que sea que te ayude a respirar de nuevo. No estáis solos.
Con gratitud,
Mamá de Ben